miércoles, 16 de diciembre de 2009

CUENTO DE MENDEL, EL DE LOS LIBROS. 1er Capítulo

A finales de diciembre, de vuelta a Viena, estuve visitando varios barrios de la ciudad, cuando de repente nos alcanzó la lluvia. Corrimos a resguardarnos. En Viena , como ya sabeis, en cada esquina a uno le espera un café. Me colé en el primero que vi. Entré con el sombrero mojado. Por la gabardina resvalaban, despacio, las gotas casi sólidas. De pie, desde la tarima de acceso al local,  podía apreciarse una anillo de humo de color amatista sobre la muchedumbre. El café estaba "full"y devoraban periódicos. Me senté en la mesa vacía cercana a la ventana. Y mientras caía la noche miré  esperando que la tormenta se alejara unos kilómetros. Observé la escena, el local parecía nuevo: los sofás de terciopelo, nuevos; el revestimiento de las paredes de falso palisandro, nuevo; la máquina registradora de un aluminio brillante sobre la barra, nueva. Y a continuación, la camarera, cómo dejaba caer la cucharilla y el azucarillo sobre la bandeja del camarero. Con un café entre las manos me sentí casi anestesiado, en paz, cuando de repente un pensamiento fugaz me sacó del estado contemplativo:
-"¿Había estado anteriormente allí?.Sí, estaba completamente seguro.
Intenté recuperar los recuerdos que parecían ser evocados por aquel café, pero, maldita sea, no lo lograba. Inquieto, me incorporé y fuí directamente hacia la barra, cuando...
 -¡"Lo ví claro, ¿Cómo me había costado tanto encontrar aquel gancho?".
El pasillo, ¡Claaaaro! A mano izquierda, el pasillo que llevaba hasta la sala de juegos. Dos billares verdes como el lodo. Bordenado el perímetro de aquella estancia de luz artificial, mesas de ajedrez , y más allá, casi en el paso hacia la cabina de teléfonos, una mesa cuadrada, de mármol, fría, vacía... La mesa de Jakcob Mendel, Mendel el de los libros. Claro, había ido a parar al café Gluck, su cuartel general, sin embargo él, él no estaba. Sólo una vieja mesa pétrea, gélida, vacía...

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